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El campo de Tarn despierta todos los sentidos
De la gastronomía a la naturaleza, en los alrededores de Gaillac apreciamos las cosas sencillas. Para no perdernos nada de lo que nos ofrece la madre naturaleza, con los cinco sentidos bien despiertos, coqueteamos con las vistas y bailamos entre sabores y olores. ¡La vida de color verde es mucho más tranquila!
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Un viñedo repleto de colores
A lo largo de las estaciones, el viñedo de Gaillac ofrece magníficas parcelas con colores cambiantes, tintadas de rojo y de naranja cuando pasa el verano, recubiertas de un velo blanco cuando llega el invierno, y luego, de un verde resplandeciente en primavera.. En cada época del año, los paisajes nos deleitan la vista y sus sutiles olores nos recuerdan a la recogida de hongos en los bosques o la suave floración de la primavera que perfuma el ambiente.
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¡Pueblos que son todo un espectáculo!
En Tarn, alrededor de Gaillac, imposible dejar de lado las vistas desde lo alto o contener un «guau». Con sus pueblos encaramados como Puycelsi, Cordes-sur-Ciel y muchos otros, sus valles y sus extensiones de bosque, el campo nos ofrece preciosos decorados con una geometría cambiante. Los ladrillos rojos contrastan con las extensiones verdes de los bosques el cielo azul o el sol del atardecer.

El vino y sus aromas
Zoom en el viñedoe de Gaillac: para ver a grandes apasionados de su trabajo que miman los vinos de variedades autóctonas. Con una copa en la mano y un tesoro en la boca, se saborea el momento. En la degustación, el vino nos transporta a las hileras de vides durante la vendimia o incluso, a los aromas de la madera quemada o de las bayas.
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¡A comer!
Durante un paseo por la naturaleza, sacamos el mantel y lo colocamos en el suelo para prepararnos para un pícnic delicioso con unas fantásticas vistas del campo. Terrinas de ave y pato o quesos para untar, frutos secos o galletas para saborear: será muy sencillo llenar la cesta de productos locales. Un delicioso paréntesis que se puede prolongar con una siesta a la sombra de un roble.