Montgaillard
En los límites del departamento del Tarn, Montgaillard parece desear un buen viaje a los viajeros, extendiendo una alfombra de paisajes, un patchwork de prados, valles y culturas.
Montgaillard, mosaico de colores y paisajes
El municipio se beneficia de un suelo fértil, propicio a numerosos cultivos. En la parte baja del pueblo, el arroyo de Tescou fluye pacíficamente, aporta frescura e irriga la planicie.
Montgaillard es una sucesión de pinturas, una concatenación de paisajes múltiples, a cada cual más colorido. Las colinas se siguen hasta donde alcanza la vista y se iluminan al menor rayo de sol. En primavera, es la tierra en barbecho la que ofrece un parterre de coloridas flores. En verano, el dorado de los trigos se apodera de la paleta de colores y estructura el paisaje de acuerdo con las cosechas y las balas de paja, seguidos de cerca por los campos de girasol que aportan ese toque de un amarillo particular.
En otoño, los tintes de ocre son los que abrazan el paisaje con notas doradas y rojizas. Finalmente, en invierno la niebla llena de misterio los valles y las planicies. En el transcurso de vuestros paseos, probablemente avistaréis a ciervos retozando al amanecer y al final del día. Todo es bello y apacible, es naturaleza sin artificios, un cierto sentido de lo verdadero, una belleza auténtica y relajante.
La capilla de Saint-Pierre, la iglesia de Saint-Loup
El municipio proviene del reagrupamiento de las aldeas de La Villette, La Rouquette y Montgaillard. La capilla de Saint-Pierre en La Rouquette y la iglesia de Saint-Loup en la Villette, son el testimonio de aquellos tiempos antiguos en los cuales la Iglesia tenía un lugar de culto en cada aldea.
