Vieux
Restaurado y florido, Vieux es un pequeño pueblo del Tarn donde es agradable vivir, gracias a su tejido asociativo y a sus habitantes, de todas las generaciones y todos los horizontes. Es uno de los lugares de peregrinación más antiguos e importantes de la región, y durante siglos los creyentes se reunían aquí para orar y honrar las santas reliquias.
Vieux, viaje iniciático
En la Edad Media, la presencia de las reliquias de los santos Amarand, Eugène y Carissime hicieron de Vieux el principal santuario de los albigenses desde el siglo IX.
Hoy Vieux es un pueblo ciertamente pequeño, pero muy vivo… Hace su pan bio y sus vinos son reconocidos incluso en el otro lado del Atlántico. La participación de sus habitantes ha hecho de esta población medieval un lugar de vida apacible en medio de un paisaje de viñedos y policultivos.
La iglesia de Saint-Eugène
Testigo de un pasado de peregrinación, la iglesia está clasificada como monumento histórico. Este vasto edificio del siglo XVI está construido en el emplazamiento de varias iglesias antiguas, incluido un edificio de 987 destruido por Simon IV de Montfort durante la cruzada albigense. En las guerras de religión, la iglesia fue saqueada por los protestantes, antes de ser arreglada en el siglo XVII y restaurada 100 años después.
El bello interior de piedras blancas con una sola nave está decorado con frescos murales del siglo XIV, que incluyen los apreciados Domingo de Ramos, La última cena, El vía crucis y La crucifixión. Los magníficos vitrales fueron realizados en 1882 por Henri Fauré, pintor y vidriero de Gaillac.
En vuestros paseos, deteneros en los lavaderos, que ofrecen una parada nostálgica y refrescante: el lavadero de arriba, sombrío, que es el más antiguo, y el lavadero de abajo, en el arroyo de Sesquière.
Fieles a la tradición de la región, los palomares marcan el recorrido del visitante. Es digna de atención una torre cuadrada, inicialmente dedicada a las defensas del pueblo, que luego se transformó en un palomar.
Más abajo del pueblo, en la orilla del Vère, se encuentra un menhir de quince toneladas, testigo de la ocupación del lugar desde la Edad del Cobre, en el apogeo de la era neolítica, de cuatro a 5.000 años antes de nuestra era. La orientación, la forma y las cúpulas representan la constelación de Tauro y Orión, lo que parece mostrar que sería un calendario, erigido para un culto solar.
Y una leyenda local dice que este megalito fue transportado por Sainte-Carissime en una tela de seda… lo podéis creer… o no.
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